miércoles, 2 de diciembre de 2009

La reflexión por reflexión.

Cuando paseo por las calles de las ciudades que me adoptan, no me pregunto dónde están las cosas, las encuentro. Miro las caras de las personas que pasean sin saber que están siendo analizadas por mi mente, (mi mente, que últimamente tiene pensamientos en bases ortogonales, buscado soluciones cuánticas con probabilidad de no dejar de existir positivas). Me paro en un banco sentada sin nada más que intentar deducir los pensamientos humanos, aún sin luces de navidad, la sensación es de que todos tienen prisa que se les va el tiempo rápido, sin darse apenas cuenta de que en un minuto hay muchos segundo, que disfrutar de cada uno es detener el tiempo y relentizarlo durante tan solo un segundo.

Me encanta los días de frío, donde oscurece pronto y te apetece pasear acurrucada en la bufanda, con las manos pegadas al cuerpo. Es entonces cuando observar se vuelve más interesante, sólo los amantes se atreven a perder sus manos en el frío, la gente cuando habla desprende un calor que se palpa y eso da la sensación de calidez a las personas, las humaniza. Y los que no quieren atreverse a humanizar simplemente andan rápido.

Siempre he pensado que el invierno humanizaba, pero no es hasta que no paro los segundo cuando me doy cuenta de por qué es, es porque la calidez humana se palpa en invierno. Porque ante un anochecer temprano, hay vida en las calles gracias a nosotros.

La Navidad, íntimamente relacionada con el invierno para mi, además pone luces a la actuación del ser humano, dándole color rojo al sentimiento, dándoles amor y sensación de paz con las luces blanquitas en forma de estrellas. ¿Será por eso que uno se reblandece en Navidad?

Cuando reflexiono, hay sentada, pienso si ellos me ven...

P.D. Esto es que sentía las ganas de escribir y como no tenía mi libreta, pues comparto con ustedes un vomito de mis pensamientos.