Cosas que me alegran el día a día.

Cada día hay pequeñas cosas que me hacen sonreír, quizá sea algo tonto, repetitivo y efímero, pero incluso recordarlas me alegran el día.

Una de las partes del día que más sonrisas me roban es la mañana, es que conforme va pasando el día siempre hay cosas que te estropean el pensamiento positivo. Después de dormir, salir de los cuidad de los sueños, donde la magia, lo inesperado, cosas irreales... pasan, llega la luz de la mañana, no es cualquier luz llega azulada como limpia, poco a poco, se introduce por mi habitación iluminando el blanco, el rojo, el marrón, el naranja... La brisa que, a veces, se cuela en la habitación acariciándote, poniéndote los pelos de puntas -y es que el fresquito estos días hay que apreciarlo- (1ª sonrisa), me recuerda que hay que despertar con bien pie. Aún con los ojos cerrados, para centrarme en mis otros sentidos, oigo los pájaros (vivir en un cuarto tiene muchas cosas buenas), observo el sonido y puedo descubrir pájaros que rebolotean feliz y uno de ellos se pone cascarrabias y provoca un sonido estridente para que se alejen de él (imagino que no quiere levantarse) (2ª sonrisa).

Cinco minutos antes de que suene el despertador, después de mis 30 minutos de reflexión, decido que ya es hora y focalizo mi energía en una de las decisiones que tome a la hora de elegir mi lado de la cama, levantarme con el pie izquierdo cada día (3ª sonrisa). Y es que me encanta pisar con ese pie como primero de cada mañana.

Tardo como 15 minutos en arreglarme y salir de mi casa, este paseo es el que más disfruto porque tanto en verano como en invierno, es el momento de más frío y me encanta sentirlo en mi cara, esta sonrisa es especial porque me la aguanto hasta que paso por un lugar donde hay árboles y me detengo un segundo a desfrutar del sonido que produce, los saludo con la mirada y con mi 4ª sonrisa. Miro la temperatura en un lugar de estos que me dice los grados y casi siempre se me corta la sonrisa (en verano porque exceso y en invierno por defecto). A las 8:32 a.m. oigo OZUWOMAN (5ª sonrisa :-P).

Luego llego a la facultad, revoloteo unos 30 minutos por internet y dedico casi 30 minutos en planificar que voy a hacer ese día, entonces suena el teléfono, sólo un leve sonido. Me voy a desayunar, mantengo una conversación agradable y sin mirar al camarero, Paco nos sirve un café con la leche mitad fría mitad caliente y medio mollete de tomate calentito (a mi acompañante de desayuno media integral mixta con poca mantequilla). Saborear este momento en imprescindible, porque después de ver todo lo que quiero hacer en el día coger fuerzas es más que necesario (6ª sonrisa).

A partir de aquí mi día se transforma ya no hay tantas sonrisas, las temperaturas suben hasta superar los 40 grados centígrados, mis expectativas no se cumplen, nunca me da tiempo ha hacer todo lo que quiero. Por lo que llegan las 21:00 de la noche, aún es de día.

Para quitarme el malestar que me genera esto, salía a correr en invierno (ahora no hay huevos de hacerlo), en verano hago pilates o algo parecido en mi casa (para no deshidratarme, ejercicio leve), esto me hace sentir bien (aún no sonrío). Me meto en la ducha y ya sea invierno o verano, termino con el agua fría, esto me hace gritar y mi 7ª sonrisa.

Otra de las maneras de quitarme el malestar, es despejarme con mis congéneres en una terraza primero con cerveza o tintillo y terminando con una copa de vino, todo esto con sus tapillas y por unos 13 euros. Este momento también puede ser mi 7ª sonrisa.

Luego llego a casa y a dormir, si el calor te lo permite. Entre tanto he oído OZUWOMAN, que siempre me divierte, ya se sabe las cosas divertidas producen sonrisas.

Bueno, mujercitas, este es mi día a día, visto desde lo positivo. Mañana será otro día e igual el recorrido es mirado con otros ojos.

¿Qué cosas cotidianas os hacen sonreír?

P.D. Muchos días, al final de la mañana, cuando ya voy tarde en mis perspectivas, hago un kit-kat y las patochadas de Mujercita I, me hacen reír a carcajadas y es que no es una sonrisa, son millones de carcajadas las que me salen al imaginarme las locuras que se le ocurre.

La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz.